ENTONCES....

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JARDINES

sábado, 26 de junio de 2010

MANOS DE PÁJARO


Del libro ¨Del pájaro y la lágrima¨ editado hace mucho tiempo por el grupo cooperativo NO MUERDEN.

domingo, 20 de junio de 2010

Juan Carassai


Juan Carassai
arma rayo a rayo
dos flores metálicas, delgadas,
las ajusta al viejo cuadro gris,
aceita una cadena.

¿Cuánto es el gomín, don Juan?
¡Mañana vuelvo a pagárselo!

Juan Carassai está
con su bigote hecho tabaco en hebras,
su enorme barriga, su cigarro,
viendo pasar la tarde
que lo aplasta en sombras sin remedio.

Gracias, don Juan
Inflar no cuesta para los pibes del barrio.

Juan Carassai engrasa
los rígidos piñones de la tarde,
un viento helado lo recorre,
él mira pasar y pasa.
Por veinte años lo veo:
brisa sin música ni hollín,
humo de tabaco dulce,
sopor de siesta, pared,
soplo de marzo,
rayo perfecto, piñón, cadena floja,
freno, pedal, cubierta, cámara.
Juan Carassai va armando
la misma bicicleta siempre
y el tiempo la desarma.

sábado, 12 de junio de 2010

Menos importa


Menos importa
beber a cortos sorbos
el tibio mate amargo
que abrigarlo en la palma.
Menos interesa
su sabor a selva antigua
la madera que contiene
sus pájaros y abejas
que entregarlo a otra mano abierta.

miércoles, 9 de junio de 2010

Una escena de 2 segundos



En una película duraría 2 segundos, lo mismo que en la vida real.
La escena muestra el plano acercándose hacia el frente de un comercio cualquiera. Desde el interior, el cuadro negro de la puerta expulsa hacia la vereda a un pequeño grupo de pibes que tendrán entre 9 y 11 años. Esos chicos cargan su inocencia como se lleva un órgano, la oreja, o el ombligo, algo natural, no como una camisa que se estrena. Serán 5 o 6. Algunos llevan camisetas de clubes conocidos (se distingue una de Boca), y el resto descoloridas remeras que las madres les han entregado para que no arruinen la ropa nueva. Todos visten pantalones cortos Van felices, entusiasmados por lo inminente de una experiencia que se vivirá en breve. Llevan una pelota de fútbol recién inflada. Uno más gordito, se evidencia que es el dueño, porque ejerce el derecho de llevarla, la comprime entre las manos abiertas para comprobar la tensión que el bicicletero, haciéndoles un favor, ya que no cobra por ese servicio, le ha insuflado al preciado tesoro. Cuando cruzan el umbral, el que la lleva la hace picar en la vereda, y la emoción llega a su cúspide. Algo se rompe, sube un escalón, cambia de color. En la escena no llega a verse al bicicletero y su sonrisa cuando los mira salir disparados hacia la canchita de a la vuelta.

sábado, 5 de junio de 2010

Golondrina


En el sobaquito tibio
de una golondrina
caben
mis ansias de tus pies desnudos
y la angustia
de tus cosas olvidadas
en la intemperie de los patios
ya desiertos para siempre.